Declaración del representante de Uruguay en la Sesión Plenaria

Sr.
Presidente, para la delegación del Uruguay es un gran honor verlo a Ud. como
Latino Americano presidir nuestros debates, lo que asegura el éxito del
presente periodo de sesiones
Antes de
comenzar, Sr. Presidente, quiero enviarle un fraternal abrazo a la delegación
bolivariana del hermano pueblo de Venezuela por la desaparición física de ese
gran latinoamericano que ha sido y es el Comandante Presidente Hugo Chavez.
Asimismo
queremos saludar muy especialmente la readmisión del Estado Plurinacional de
Bolivia como miembro pleno de la Comisión.
También
queremos saludar al Director Ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito, Yury Fedotov.
Estimadas
comisionadas y comisionados, señoras y señores todos, el mundo asiste hoy a
enormes desafíos que cuestionan la viabilidad de la forma de civilización que
la humanidad ha construido particularmente en el último siglo, marcada por el
consumismo desenfrenado,  el desperdicio
y el desprecio de los recursos naturales, por la miseria y las inequidades.
Entre estos
desafíos civilizatorios, una política de drogas que nos comprenda a todos es
también un desafío global para los próximos años.
Entrados ya
en la segunda década del siglo XXI, hoy nadie discute a nivel académico que la
cuestión de las drogas ha atravesado la cultura de la Humanidad a través de los
tiempos.

Durante este
largo recorrido, las culturas humanas fueron encontrando diferentes formas de
relacionarse con las sustancias que provocan estados alterados de conciencia.
El siglo XX
se propuso algo que ninguna cultura o
sociedad se había propuesto anteriormente, eliminar
las drogas de la faz de la tierra
y
para ello creo un complejo sistema de control a escala internacional. Se
propusieron y se implementaron políticas basadas en los principios del
prohibicionismo, entendiendo que estos eran los mejores instrumentos para
lograr esos objetivos.
Hoy tenemos
una abrumadora evidencia, que no es necesario detallar ante uds, que nos
permite ver que no solo estos objetivos no se han cumplido, sino que estamos
ante una realidad sensiblemente más compleja que la de los ultimos  50, 80, 100 años.
Esta política ha
contado con una herramienta central: la criminalización del uso mediante la ley
penal, y la eliminación de toda forma de regulación que no sea la prohibición
total.
Esta política ha
castigado a los sectores y grupos sociales mas vulnerables, ha lesionado los
derechos humanos y ha generado más daños que los beneficios que pretende
lograr. Y si los objetivos fueron eliminar las drogas de la faz de la tierra y
tener un control y fiscalización eficaz y eficiente de las mismas hoy podemos
decir con total convicción que esa política ha fracasado en todos sus términos,
no en sus objetivos, sino en sus instrumentos.
Señoras y señores, queremos reafirmar,
que intentar tapar el sol con una mano es un profundo error, recalco, la
primera forma de resolver un problema es asumir que existe.
Nuestro gobierno ha decidido que el
objetivo central de nuestras políticas en materia de drogas es proteger y
garantizar la salud y la convivencia de nuestros ciudadanos, por lo tanto no
estamos dispuestos ante esta evidencia abrumadora de cometer el pecado de
quedar paralizados por la inacción.
Nuestro país
tiene el derecho a que, en función de su ordenamiento legal pueda darse las
formas jurídicas que le permitan atacar de manera frontal las bases económicas
del narcotráfico a través de la Regulación, el control y la fiscalización del Mercado
del Cannabis.
Nuestro País
tiene el derecho, en la medida que sus políticas no causen daños a
terceros a implementar aquellas políticas publicas que
contribuyan, en el marco de  la plena
vigencia de los Derechos Humanos de sus ciudadanos, a mejorar y proteger la
Salud y la calidad de vida de los mismos.
Uruguay, que ha sido
uno de los pioneros en plantear que el sistema de fiscalización de drogas debe
tener un adecuado control del sistema de DDHH, entiende que es imprescindible
erigir este concepto como principio medular de los nuevos modelos emergentes.
Nuestro
continente, nuestra región ha estado sometida a una espiral de violencia que ha
llevado a que algunas de sus ciudades tengan el triste privilegio de tener una
tasa de criminalidad superior a la de países en guerra y acosados por diversas
formas de fundamentalismo y terrorismo.
Nuestro país
que sufrió como tantos otros países de America Latina la infamia del Terrorismo
de Estado en la década del 70 del siglo pasado, con su secuela de muerte y
desapariciones forzadas, ha logrado reconstruir una
democracia sólida, garantista de los derechos civiles, sociales, culturales,
económicos y ambientales de nuestros ciudadanos, ha fortalecido y robustecido
las políticas públicas en todo su territorio, logrando reducir la pobreza
a mínimos históricos en los últimos 50 años. Asimismo hemos reducido
significativamente las desigualdades.
No obstante
estos avances significativos en materia de calidad de vida y desarrollo,
nuestro  país sufre un progresivo
deterioro de sus relaciones de convivencia, realidad estrechamente relacionada
con el fenómeno del micro – trafico  de drogas y todo lo que ello implica,
en particular en los sectores más vulnerables de la sociedad.
Creemos que el principio de la responsabilidad común y compartida hoy día ni es común
ni es compartida.
Se ha construido un andamiaje comunicacional que pone
énfasis en la responsabilidad de los países productores, cuando los grandes
mercados de consumo, los precursores químicos que hacen posible la elaboración
de las sustancias de mayor riesgo, la producción de armas con las que se
sustentan las organizaciones criminales y las principales terminales de lavado
de dinero se encuentran fundamentalmente en los países del Norte desarrollado.
Hace varios
años ya que nuestra delegación ante la Comisión de Estupefacientes y otros
Foros Internacionales viene planteando la necesidad de instalar un amplio
debate democrático, sin preconceptos ni tabúes sobre el problema de las drogas,
hoy este debate esta instalado en las Agenda bilaterales, regionales y
globales, como en los espacios Multilaterales.
El mundo
esta comenzando a debatir y poner en cuestión estos paradigmas que
hegemonizaron el debate y las Políticas en el siglo XX, al tiempo que comienzan
a emerger nuevos paradigmas y los estados comenzamos a experimentar nuevas
alternativas.
Sin embargo
creemos que esto no es suficiente. Hoy más que nunca necesitamos del liderazgo
y el coraje que nos permita discutir en la comunidad internacional si es
necesario la revisión y la actualización de los instrumentos internacionales
que nos hemos dado en los últimos 50 años.

 

En nuestra
opinión esto es absolutamente imprescindible.

 

En este contexto
respaldamos el reto que  la OMS ha lanzado
en el marco de la Estrategia Mundial para reducir el consumo nocivo de alcohol
y lo que se ha avanzado en la reducción del tabaquismo a partir del Acuerdo
Marco ya que el consumo, problemático de estas sustancias aporta a los índices
totales de morbi mortalidad un 4% cada uno, mientras que todas las sustancias
ilícitas aportan un 2,8.

 

Lo dicho, sustenta desde nuestro
punto de vista de manera contundente la necesidad de avanzar en un enfoque humanista, integral, que desde la
perspectiva de la salud publica construya un marco regulatorio y de control de
las políticas de drogas de carácter general fundamentado a partir de los
riesgos y daños que las mismas puedan provocar; y no fundamentalmente a partir
de la ley  penal como lo ha venido siendo
en el último siglo.

 

Señoras y Señores,
quienes tenemos la responsabilidad de representar a nuestros ciudadanos tenemos
que, el 1er lugar reconocer la evidencia de la realidad que nos demuestra el
profundo fracaso de las políticas implementadas en las últimas décadas y luego
actuar en consecuencia.

 

No asumir el desafío
y actuar en consecuencia sería un error imperdonable que seguirán pagando
inevitablemente los mas débiles de nuestro mundo.Como decía Einstein,
no se puede seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.

 

Muchas gracias.